El otrora rey del cine de
terror y padre de Freddy Kruger, Wes Craven nos vuelve a trasladar al tranquilo
pueblecito de Woodsboro, donde Ghostface vuelve a hacer de las suyas.
Tras once
años de fracaso tras fracaso (solo ‘Vuelo nocturno’ vale la pena entre tanta
inmundicia), vuelve a presentarnos
una nueva secuela de esta saga terrorífica ( supongo que motivado por fines económicos).
No le habrá
resultado difícil convencer de nuevo al guionista oficial de la saga, Kevin
Williamson, últimamente refugiado en la pequeña pantalla (‘Crónicas
vampíricas’) para que perpetrara otro infumable guion.
Sidney Prescott convertida ahora en una escritora de éxito, vuelve a su pueblo natal aprovechando la gira de promoción de su último libro. Coincidiendo con esta vuelta un antiguo y letal amigo hará de nuevo acto de presencia en la vida de Sidney y sus amigos.
El guion si se puede llamar
así es de lo más bochornoso y ridículo que hemos podido ver en mucho tiempo, es
tan malo que provoca vergüenza ajena. Los giros de guion y las motivaciones del
asesino producirán más de una carcajada. De los diálogos mejor ni hablemos.
El reparto además de
recuperar a los protagonistas originales de la saga (seamos sinceros ninguno de
ellos tenía nada mejor que hacer) reúne
a una serie de caras nuevas, casi todas surgidas de la pequeña pantalla. Todas
ellas sin el más mínimo atisbo de capacidad interpretativa. Formado por: Lucy Hale (serie ‘Pequeñas Mentirosas’), Shenae Grimes (‘Sensación
de vivir: La nueva generación’), Aimee Teegarden (serie ‘Friday Night Lights’), Britt
Robertson (serie ‘El circulo secreto’), Alison
Brie ('Mad Men’), Hayden Panettiere (‘Heroes’) y Rory Culkin (‘Señales’).
Si por algo se ha
caracterizado esta saga terrorífica desde sus inicios en 1996 es por la portentosa imaginación de su
guionista a la hora de crear los asesinatos. Sin cortase ni un pelo en el gore
y la sangre a mostrar en pantalla. Único punto positivo de semejante despropósito,
algo que debemos agradecer en los tiempos políticamente correctos que corren.
Convirtiéndose en la más sangrienta de toda la saga.
El único motivo para ver
este bodrio de principio a fin es averiguar la identidad del asesino y sus
motivaciones, pero seguro que habrá alguien que no soporte tanta vergüenza
ajena y abandone el visionado antes de tiempo. Su excesiva duración (111
minutos) no ayudara para nada, convirtiéndose en una losa imposible de soportar
para algunos espectadores.
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