El forajido y asesino más
buscado de toda la galaxia, el furiano Richard B. Riddick, vuelve a hacernos
una visita tras algunos años de ausencia. Su última aventura data ya del lejano
2004 en “Las crónicas de Riddick”.
Supongo que motivado por el
fracaso comercial de esta última (la más ambiciosa en cuanto a presupuesto y
propuesta argumental de toda la saga), el director y guionista David Twohy y su
estrella principal Vin Diesel decidieron guardar durante algún tiempo en un
cajón las aventuras de este personaje.
Detrás de las cámaras
volvemos a encontrar Twohy, creador y alma mater de la saga. Demostrando una
vez más que cuando mejor se lo pasa es cuando tiene entre manos su propio
juguete.
El guion como no puede ser
de otra forma viene firmado por el mismo, dotando al producto de ese tono de
serie b añejo (más propio de cualquier producción de los 80 o los 90). Más cercano
a la línea de su modesta primera parte, “Pitch Black” (2001).
Riddick vuelve a ser
abandonado a su suerte en un lejano planeta, donde en breve hará acto de
presencia un grupo de mercenarios que ansían cobrar la recompensa puesta a su
cabeza.
Prestando sus facciones a
este salvaje y violento personaje volvemos a encontrar a Vin Diesel, secundado
en esta nueva aventura por el español Jordi Molla (“Colombiana”), Matt Nable
(“Asesinos de elite”), Katee Sackhoff (serie “Galáctica, estrella de combate”)
y el luchador de catch Dave Bautista (“El hombre de los puños de hierro”). En
estos productos lo único que se le pide a sus actores es que pongan pose lo mas
chulesca posible y den la impresión de ser duros y en esta ocasión cumplen con
creces.
La película consta
claramente de tres partes bien diferenciadas y cada una perteneciente a un
género cinematográfico completamente distinto (supervivencia, slasher y
película con monstruos) y es la unión de estas la que da como resultado un
producto completamente entretenido y violento
Se nota muchísimo que tras
el batacazo anterior, sus responsables han querido realizar un producto más
modesto y casi independiente. Algo que se hace evidente en sus modestos aunque
correctos efectos digitales y en su unitario y solitario escenario (aprovechado
al máximo por su director).
Destacar la brutal e increíble
muerte del personaje al que da vida Jordi Molla, ni el mismísimo Messi lo
hubiera hecho mejor. Os arrancara un sonado aplauso.
Los aficionados a esta peculiar
saga cinematográfica (entre los que me encuentro) podemos respirar tranquilos
ya que esta no será la última vez que veamos a Riddick en la gran pantalla. Ya
que en palabras de su director y del propio Diesel: “hay temas que seguimos de
las anteriores y continuaran en futuras películas”.
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