Coproducción hispano argentina dirigida por Gerardo Herrero (‘El principio de Arquímedes’), basada en la novela homónima del escritor uruguayo Hugo Burel.
Eduardo López, gerente de una multinacional, coincide un día en el aeropuerto con un enigmático personaje que responde al nombre de Bruno Conti. Ambos tienen la sensación de conocerse de antes, pero ninguno de los dos sabe concretar de que. En los días sucesivos este oscuro personaje no dejara de asediarlo e incluso vigilar a su familia.
Leonardo Sbaraglia esta correcto en el papel de este gris personaje, hermético, poco expresivo y que huye de sus problemas (el corredor nocturno del titulo). Metáfora que sirve para explicarnos su carácter miedoso frente a los obstáculos y que por mucho que corra nunca los dejará atrás. Que decir de un espléndido Miguel Ángel Solá, dando vida a ese oscuro y enigmático personaje que recuerda mucho al interpretado por Al Pacino en ‘Pactar con el diablo’ (sin el tono terrorífico). Tentando continuamente al protagonista, para que sea mas ambicioso y tome medidas drásticas ante sus problemas.
Su mayor error es el guión, con unos media hora inicial impactante e intrigante. Aunque según avanza la historia este efecto se va diluyendo, volviéndose todo muy previsible y aburrido. En parte fruto de toda esa parafernalia metafísica y de frases vacías con las que nos deleita el personaje de Solá.
El juego de espejos no es muy difícil de pillar si prestas atención a los detalles, rompiéndose en mil pedazos muy pronto.
Una película que a pesar de su corta duración (95 minutos) se hace interminable y pesada, debido al ritmo mortecino que se va apoderando de la película gracias a un guión totalmente plano.
Totalmente recomendable para una noche de insomnio.
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