Todo comenzó allá por el lejano 1998, cuando nos presentaban por primera vez a ese policía sucio y sin escrúpulos, que es capaz de cualquier cosa con tal de salir airoso de sus aventuras. Una acertada crítica a esa España rancia y franquista que todavía existe en algunos lugares.
En ella se notaba la falta de presupuesto y ese tono casi amateur en la dirección que le otorgaba al conjunto ese encanto tan especial. “Torrente, el brazo tonto de la ley” aportó algo novedoso al, hasta ese momento, cuadriculado cine español convirtiéndose en un éxito inmediato en la taquilla.
Este arrollador éxito dio paso en 2001 a una segunda parte realizada con más presupuesto (increíbles los títulos de crédito, acompañados con la mejor canción de toda la saga) y obteniendo un pelotazo aún más descomunal en la taquilla.
En la tercera entrega, realizada en 2005, ya se empiezan a notar algunos defectos que son más visibles en esta nueva entrega. Aunque esta tercera parte me parece la más aburrida de la saga (no aguanta un segundo pase), también consiguió triunfar en la taquilla.
Así hasta llegar a la cuarta entrega, que es la que nos ocupa. Vaya por delante que hay que simpatizar con el personaje para entrar en el juego que nos ofrece Santiago Segura y estar curado de espanto ante tanto chiste escatológico y racista. Si no, podéis salir del cine con el estomago revuelto.
Así hasta llegar a la cuarta entrega, que es la que nos ocupa. Vaya por delante que hay que simpatizar con el personaje para entrar en el juego que nos ofrece Santiago Segura y estar curado de espanto ante tanto chiste escatológico y racista. Si no, podéis salir del cine con el estomago revuelto.
En “Torrente: Lethal Crisis” el guión es siempre secundario por no decir anecdótico, un mero vehículo para presentar una acumulación de cameos de personajes famosos y personajillos de la televisión casposa (el final de Belén Esteban es de reír y no parar). Resumiendo, le encargan un trabajillo que solo el puede llevar a cabo pero se la juegan y acaba en la cárcel.
Santiago Segura esta como siempre, muy a gusto en los zapatos de este orondo ex policía. Paquirrín hace de él mismo y no lo hace mal, permitiéndose incluso hacer algún que otro chiste sobre su madre. Destacar a Yon González (uno de los actores de la serie ‘El internado’), dando vida a un karateka zumbado de buen corazón muy en la línea de “El Malaguita” de la primera peli de la saga y al imprescindible Tony Leblanc, interpretando al enésimo tío del protagonista (ya perdí la cuenta). Atención especial merece el experto en fugas de la cárcel, hasta ahí puedo leer.
Santiago Segura esta como siempre, muy a gusto en los zapatos de este orondo ex policía. Paquirrín hace de él mismo y no lo hace mal, permitiéndose incluso hacer algún que otro chiste sobre su madre. Destacar a Yon González (uno de los actores de la serie ‘El internado’), dando vida a un karateka zumbado de buen corazón muy en la línea de “El Malaguita” de la primera peli de la saga y al imprescindible Tony Leblanc, interpretando al enésimo tío del protagonista (ya perdí la cuenta). Atención especial merece el experto en fugas de la cárcel, hasta ahí puedo leer.
Otro elemento típico de la saga es el villano, para los que Santiago Segura escoge siempre a “interpretes” inesperados. Aunque no voy a desvelar quien asume ese rol en esta entrega, solo diré que esta a la altura de sus tres antecesores, Espartaco Santoni, José Luis Moreno (el mejor villano de la saga) y Fabio Testi.
Una película 100 x 100 disfrutable siempre y cuando te dejes el cerebro a la entrada del cine.
En este caso coincido bastante, quizá el actor que hace de villano está algo desaprovechado, y también que no tenga ínfulas de villano megalómano a lo James Bond le quita puntos.
ResponderEliminar