viernes, 23 de agosto de 2013

SCREAM 4

El otrora rey del cine de terror y padre de Freddy Kruger, Wes Craven nos vuelve a trasladar al tranquilo pueblecito de Woodsboro, donde Ghostface vuelve a hacer de las suyas.

Tras once años de fracaso tras fracaso (solo ‘Vuelo nocturno’ vale la pena entre tanta inmundicia), vuelve a presentarnos una nueva secuela de esta saga terrorífica (supongo que motivado por fines económicos). 

No le habrá resultado difícil convencer de nuevo al guionista oficial de la saga, Kevin Williamson, últimamente refugiado en la pequeña pantalla (‘Crónicas vampíricas’) para que perpetrara otro infumable guion.


Sidney Prescott convertida ahora en una escritora de éxito, vuelve a su pueblo natal aprovechando la gira de promoción de su último libro. Coincidiendo con esta vuelta un antiguo y letal amigo hará de nuevo acto de presencia en la vida de Sidney y sus amigos.

El guion si se puede llamar así es de lo más bochornoso y ridículo que hemos podido ver en mucho tiempo, es tan malo que provoca vergüenza ajena. Los giros de guion y las motivaciones del asesino producirán más de una carcajada. De los diálogos mejor ni hablemos.


El reparto además de recuperar a los protagonistas originales de la saga (seamos sinceros ninguno de ellos tenía nada mejor que hacer)  reúne a una serie de caras nuevas, casi todas surgidas de la pequeña pantalla. Todas ellas sin el más mínimo atisbo de capacidad interpretativa. Formado por: Lucy Hale (serie ‘Pequeñas Mentirosas’), Shenae Grimes (‘Sensación de vivir: La nueva generación’), Aimee Teegarden (serie ‘Friday Night Lights’), Britt Robertson (serie ‘El circulo secreto’),  Alison Brie ('Mad Men’), Hayden Panettiere (‘Heroes’) y Rory Culkin (‘Señales’).

Si por algo se ha caracterizado esta saga terrorífica desde sus inicios en 1996  es por la portentosa imaginación de su guionista a la hora de crear los asesinatos. Sin cortase ni un pelo en el gore y la sangre a mostrar en pantalla. Único punto positivo de semejante despropósito, algo que debemos agradecer en los tiempos políticamente correctos que corren. Convirtiéndose en la más sangrienta de toda la saga.

El único motivo para ver este bodrio de principio a fin es averiguar la identidad del asesino y sus motivaciones, pero seguro que habrá alguien que no soporte tanta vergüenza ajena y abandone el visionado antes de tiempo. Su excesiva duración (111 minutos) no ayudara para nada, convirtiéndose en una losa imposible de soportar para algunos espectadores.




Desde aquí me gustaría sugerirle a Wes Craven que se retire ahora que está a tiempo antes de que no le quede ni la W del nombre. Al paso que va ocurrirá dentro de muy poco tiempo.




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